¿Son tan duros para entender, que habiendo comenzado con el Espíritu quieren ahora terminar con algo puramente humano?
GALATA 3-3
CUANDO me convertí a Cristo, estaba gozoso de saber que podía tener una relación personal con Dios. La idea de que Dios me amaba incondicionalmente era consoladora, pero era difícil para mí creerla. Me invadía la creencia de que otras personas eran más aceptables ante Dios, así que traté de probar que merecía ser una hija de Dios. Por muchos años, estuve muy activa en la iglesia. Me ofrecía como voluntaria en todo lo que podía, hasta que me agoté y me deprimí. Entonces leí la verdad escrita en Efesios 2.8-9: «Pues por la bondad de Dios han recibido ustedes la salvación por medio de la fe. No es esto algo que ustedes mismos hayan conseguido, sino que es un don de Dios». Había leído esas palabras muchas veces, pero en ese momento las entendí desde una nueva perspectiva. Eso me transformó.
Continúo ayudando en mi iglesia, pero ahora lo hago por amor a un Dios fiel, no por temor a perder su favor. A medida que le pido a Dios fe para creer, experimento la libertad de caminar segura de que soy amada por Dios tal como soy.
domingo, 1 de febrero de 2009
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